LA DANZA

LA DANZA

jueves, 20 de mayo de 2010

LA IMPORTANCIA DE LA DANZA



Cuando danzamos nos movemos siendo guiados por el Espíritu Santo. Dios inicio el ministerio de la Danza desde el principio, pues el Padre hablaba y el Espíritu profetizaba moviéndose sobre la faz de las aguas, sus movimientos afirmaban sus palabras.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1-2).

Dios y el Espíritu Santo son uno, por eso estamos llamados a ser uno en Él para ser sensibles y obedientes a su voluntad; reconociendo su gloria será vista a través del Padre, y reconociendo como siervos humildes nuestra dependencia total de Él.

Cuando los dones se ponen en práctica en la Iglesia, espiritualmente, hay un orden, porque es el Espíritu Santo es el que guía a las personas. Es tan importante este ministerio que Dios mando a su Espíritu que se moviera, que danzara en el momento que Él ordenaba la tierra.

Nuestro propósito es adorar

Uno de nuestros propósitos es adorar a Dios, pero muchos no saben como hacerlo y piensan que tan sólo es con palabras lindas o cantando. La Palabra nos enseña diversas formas de hacerlo, el Salmo 149 es una exhortación al pueblo de Israel para que alabe a Jehová, “Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, Y espadas de dos filos en sus manos” (Salmo 149:1-6).

Al comienzo del Salmo dice “Cantad a Jehová cántico nuevo”, esto nos habla de ser espontáneos para expresar esa alabanza, y dejarse llevar a su presencia. El versículo 3 nos expresa la danza como una forma de alabanza acompañada del pandero y arpa. Así que la danza, las voces, los instrumentos, son parte de la alabanza y adoración al Señor. Asimismo, el Salmo 150 termina el libro de la alabanza dándonos la manera de alabarle:

“Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya”.


Nuestra alabanza y adoración hace que Dios descienda en medio de sus hijos, ¡que privilegio!. Si imaginamos por un segundo como es la alabanza y la adoración en el cielo, los ángeles, querubines, serafines, etc., adorando a nuestro Dios incesablemente con coros increíbles, voces angelicales, instrumentos aún desconocidos por nosotros; sin embargo, cuando Dios escucha nuestra alabanza y adoración, manda hacer silencio y no contento con eso desciende, les deja para ir a deleitarse con sus hijos, su creación.

Así que todo lo que sentimos cuando le adoramos y todo lo que hacemos, ya sea con nuestras voces o con el movimiento de nuestro cuerpo (Danza), es para agradarle a Él; para honrarlo, para poder expresarle cuanto le amamos. Cuando su presencia está en medio nuestro Él sana, libera, restaura, redarguye; su sola presencia basta para que milagros comiencen a ocurrir. Pero para que esto ocurra, debemos anhelar esa presencia. No podemos ser indiferentes cuando le adoramos, nuestras bocas se deben de abrirse, como la de eso pequeños niños cuando intentan llamar la atención de sus padres, así también desear que su mirada que se fije en nosotros.

La danza, con cada movimiento invita al pueblo a expresar con libertad lo que siente por Él. No podemos sentir vergüenza de levantar nuestras manos ante Él, de postrarnos si es necesario, debemos ser sensibles a lo que el Espíritu Santo demanda de nosotros cuando estamos en su presencia. Un ejemplo bíblico lo encontramos lo encontramos en 2 Samuel capítulo 6 versículo 14: “Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino”; y en el versículo 16: “Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón”.

El arca era símbolo de la presencia de Dios y David se regocijo, literalmente, ante el. Danzaba en círculos y Mical le menosprecio. Muchos, tal vez, hasta puedan llegar a burlarse de nosotros aun siendo de nuestra propia familia, pero debemos tener claro para quien danzamos. La respuesta de David ante la acusación de su esposa fue que él danzaba delante de Jehová y para Él (2 Samuel 6:21). A nuestro Padre le agrada que le expresemos nuestro agradecimiento y amor a Él, pues, la única manera de agradecer todo lo que ha hecho por nosotros es a través de nuestra alabanza y de nuestra obediencia, honrándole en todo cuanto hagamos. David ha sido conocido y será recordado como Dios dijo: un hombre con un corazón conforme al mío.

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