LA DANZA

LA DANZA

jueves, 20 de mayo de 2010

FORMAS DE DANZA



En procesión de marcha

Danza de entrada

Danza de liberación

Danza de festejo

Danza de agradecimiento

Danza de victoria

Danza de alabanza

Danza de unción

TIPOS DE DANZAS

Espontánea: Se realiza libremente, deleitándose delante de la Presencia del Señor.

Profética: Se transmite la Palabra de Dios al pueblo, así como el Señor lo desea y se les ayuda a caminar en las sendas del Señor.

Congregacional: Todo el pueblo se une en un solo cuerpo, en un solo espíritu, adorando y danzando al Creador.

Coreografiada: Demanda tiempo y práctica, por lo cual nos ayuda a adquirir disciplina, logrando danzar en unanimidad.

CARACTERISTICAS DE UN DANZOR

Amar a Jesús

Compromiso

Sensibilidad

Atraer la Presencia del Señor

Sujetarse a la autoridad espiritual

Deseo de servir

Ser un adorador y tenerlo como estilo de vida

Como danzores, somos considerados levitas (sacerdotes)

Corazón puro

Consagrarse a Cristo

Obediencia

Deseo a la excelencia para Gloria y Honra del Señor

¿QUE ES UN DANZOR O DANZARIN?

Un danzor es un servidor a Dios y a los demás, que separa su vida para la obra de Dios. Por ser servidores, nos colocamos en la brecha para abrir los caminos del Señor al pueblo de Dios e interceder por las necesidades de nuestros hermanos. Por tal razón, la preparación y formación de un danzor no solo es el aprender técnicas; sino el conocimiento de la Palabra de Dios y de Sus propósitos.



Antes que nada, un danzor es un ADORADOR, que entrega su vida a Dios, buscando agradarlo y poniendo su mirada en Aquel que lo llamó para edificar Su obra.



"Mas la hora viene y ahora es cuando los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren" (Juan 4:23).

LA DANZA EN EL ANTIGUO Y EN EL NUEVO TESTAMENTO

Desde la antigüedad, las danzas han sido motivo para la celebración de grandes victorias o la preparación para la conquista de alguna. En Cristo Jesús, tenemos constantes victorias y triunfos sobre nuestras vidas, porque con Cristo somos más que Vencedores.

A través de las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, vemos la presencia de la danza. Por ejemplo:

Antiguo Testamento - (Salmo 149:3) "Alaben Su Nombre con danza, con pandero y arpa a El canten".

Nuevo Testamento - (Lucas 15:25) Parábola del Hijo pródigo: "Y su hijo mayor estaba en el camino y cuando vino y llegó ceca de la casa oyó la música y las danzas..."

MAS SOBRE LOS FUNDAMENTOS DE LA DANZA

Hemos sido llamados para danzar, recibiendo mandato de Dios. "Alabadle con pandero y danza" (Salmo 150:4)

Proclama la Victoria. "... cuando David volvió de matar al filisteo salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando para recibir al Rey..." (Salmo 18:6)

Adoración
"Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová". (2 Samuel 6:14

Liberación y Restauración
"Has cambiado mi lamento en baile". (Salmo 30:11)


Regocijo y Gozo
"...entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente y cambiaré su lloro en gozo y los consolaré..." (Jeremías 31:13)

EL CORAZON DE UN DANZOR

Para Alabar y adorar a Dios lo primero que debemos entender es el temor de Dios, ya que este es el principio de la sabiduría, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7).

La Palabra de Dios dice que debemos de ser adoradores en Espíritu y verdad, tales adoradores busca Dios (Juan 4:23)., que tengan el conocimiento de por qué y para qué se le adora; buscando más que un conocimiento, su revelación para dar libertad a nuestro espíritu, trayendo primeramente gratitud que nos lleva a alabarle, tener más conocimiento de Dios y como consecuencia la obediencia. Es importante tener temor de Dios, conocimiento de su Palabra y esencial estar en una búsqueda permanente de intimidad con Dios.

La alabanza es la primera manifestación que sale de nuestro corazón. Esta puede surgir de diversas formas. Al principio nuestra alabanza puede ser manifestada con lagrimas o levantando un poco las manos, pero en la medida que le vamos conociendo y teniendo una relación más estrecha con el Espíritu Santo, la gratitud y el amor va creciendo cada vez más, y empezamos a sentir que ya no cabemos en nuestro lugar, ya los brazos no pueden llegar más arriba. Cuando Dios ha hecho un llamado a nuestro corazón para servirle en adoración, el corazón se nos sale y las manos se nos mueven solas, es nuestro espíritu que clama por libertad para adorarle como Él se lo merece, con todo nuestro ser, con todo lo que Él nos ha dado a cada uno para adorarle.

Cuando Dios nos muestra que debemos ser adoradores en espíritu y verdad, se refiere a seamos adoradores con pleno conocimiento de lo qué estamos haciendo y para qué lo estamos haciendo, y esto sólo puede venir de la revelación de parte de Dios a nuestro entendimiento; podemos leer la Palabra, pero es la revelación de dicha Palabra lo que va a darnos esa libertad para adorarle.

No hay más grande amor que el que da la vida por sus amigos (y viene la revelación), Jesús dio su vida por mi; y empezamos a reflexionar que merecíamos la muerte, nuestra vida no era vida en realidad, ya estábamos muertos y Él nos rescata de las garras del infierno y nos da una nueva y abundante vida eterna con Él, nos traslado de tinieblas a luz admirable. Al venir esta revelación a nuestra vida cambia nuestra historia y la de a nuestro alrededor.

Ahora debemos entender algo, cuando le alabamos no estamos retribuyéndole o pagándole de alguna manera lo que Él hizo por nosotros. Hemos sido creados para alabarle, para su alabanza y gloria de su nombre, dice la Palabra, por lo tanto debemos dársela es de Él y para Él fuimos creados, para reconocer su grandeza, su omnipotencia y majestad. Pero no todo ser viviente tiene este privilegio, sólo los lavados con la sangre del Cordero, los que hemos recibido a Cristo y aun mejor privilegio los que le servimos en adoración.

David al danzó con alegría al poseer el arca de Dios. Él llevaba la presencia de Dios a su pueblo y tal conocimiento le dio libertad a su espíritu para regocijarse y saltar de alegría ante la presencia de Dios altísimo. David se olvidó de él mismo, de su posición, de sus ropas, de la gente que tenía a su alrededor; él danzaba y saltaba de alegría, su espíritu se regocijaba, era un momento íntimo entre él y Dios. Así debe ser nuestra alabanza y adoración, un momento íntimo entre tú y Él.

Recordando el texto cuando Jacobo no soltaba al ángel hasta que lo bendijera y era una lucha hasta que el ángel finalmente lo bendijo. Nosotros debemos luchar, cuando estamos en ese momento de intimidad con Dios, no podemos dejar pasar esa oportunidad de estar en su presencia adorándole, exaltándole, rindiéndole gloria y honra, no debemos permitir distracciones, debemos asirnos de su manto, anhelar su presencia. No podemos dejar pasar la oportunidad de ver hecha realidad su promesa “yo habito en la alabanza de mi pueblo”.

A Dios se le adora con todo nuestro ser, con o sin instrumentos, con un corazón contristo y humillado, con regocijo, con danzas, saltos, cánticos, ¡con todo!.